Prueba genética revelada: se confirma la evidencia de ADN de la identidad de la guerrera vikinga
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En la década de 1880, se desenterró una tumba notable en la ciudad sueca de Birka. Contenía una gran cantidad de armas, equipos de juego y dos caballos, lo que llevó a los arqueólogos de la época a suponer que se trataba del entierro de un formidable guerrero vikingo del siglo X d.C. Sin embargo, ciertas características del esqueleto insinuaban una identidad femenina. Un estudio reciente, realizado mediante análisis de ADN, ha confirmado ahora que esta poderosa guerrera era, efectivamente, una mujer vikinga.
El concepto de mujeres guerreras vikingas no es del todo novedoso. Los registros históricos de la Alta Edad Media mencionan que las mujeres luchaban junto a los hombres, y las representaciones artísticas respaldan esta idea. Sin embargo, estas ideas a menudo han sido descartadas por considerarlas más míticas que reales. Sin embargo, con miles de tumbas de guerreros vikingos repartidas por toda Europa, se ha hecho posible examinar este concepto a través del estudio de restos esqueléticos.
Birka, ubicada en el centro-este de Suecia, cuenta con más de 3.000 tumbas vikingas, de las cuales aproximadamente un tercio fueron excavadas por arqueólogos. La población de Birka parecía incluir guerreros, artesanos y comerciantes, y los diversos estilos de entierro sugieren una cultura abierta a influencias externas.
Una tumba específica en Birka, excavada a finales del siglo XIX, se ha convertido en el tema central de un artículo reciente publicado en el American Journal of Physical Anthropology. Un equipo de investigadores de la Universidad de Uppsala y la Universidad de Estocolmo, dirigido por Charlotte Hedenstierna-Jonson, llevó a cabo esta investigación. El entierro fue de excepcional interés porque "el ajuar funerario incluía una espada, un hacha, una lanza, flechas perforantes, un cuchillo de batalla, dos escudos y dos caballos (una yegua y un semental), lo que lo convertía en el equipamiento completo de un guerrero profesional." Además, la tumba contenía piezas de juego, lo que implicaba un conocimiento de tácticas y estrategias y enfatizaba el papel del individuo como oficial de alto rango.
Durante siglos, se supuso que este individuo era un hombre, principalmente debido al armamento presente. Sin embargo, en 2016, una de las investigadoras, Anna Kjellström, reevaluó el esqueleto de este entierro y determinó que lo más probable es que se tratara de una mujer. Los investigadores explicaron: "Aunque se conocen algunas mujeres vikingas enterradas con armas, nunca se ha determinado una guerrera de esta importancia, y los eruditos vikingos se han mostrado reacios a reconocer la agencia de mujeres con armas". Para validar esta hipótesis, Kjellström, Hedenstierna-Jonson y su equipo de investigación decidieron analizar el ADN nuclear del individuo.
Los investigadores examinaron tanto la raíz de un diente como el hueso de la parte superior del brazo del entierro. Ambas muestras indicaron claramente un sexo biológico femenino, con dos cromosomas X y ningún cromosoma Y. El haplogrupo de ADNmt se identificó como T2b, un linaje común en Inglaterra, Islandia y Escandinavia. Sin embargo, los valores de isótopos de estroncio sugirieron una movilidad temprana. Entre la formación de su primer molar alrededor de los 4 años y su segundo molar alrededor de los 9 años, la guerrera se mudó de una tierra desconocida a Birka. Hedenstierna-Jonson y sus colegas concluyeron que "el individuo en la tumba BJ581 es la primera guerrera vikinga de alto rango confirmada".
Este descubrimiento desafía las suposiciones de los arqueólogos sobre el género de los guerreros vikingos. Históricamente, varias ideas preconcebidas han obstaculizado el estudio exhaustivo de las mujeres guerreras potenciales. Los investigadores señalaron que "se han descartado asociaciones similares de mujeres enterradas con armas, argumentando que las armas podrían haber sido reliquias familiares, portadoras de significado simbólico o ajuares funerarios que reflejan el estatus y el papel de la familia más que del individuo. Individuos masculinos en entierros con un expediente material similar no están sujetos al mismo escrutinio". Algunos argumentaron que esta tumba en particular pudo haber contenido alguna vez a un segundo individuo, y que todas las armas podrían haber pertenecido a esa persona. Por último, algunos han sostenido que las armas enterradas con una mujer no necesariamente la convierten en guerrera, sin cuestionar la suposición de que las armas enterradas con un hombre signifiquen su condición de guerrero.
El descubrimiento de Hedenstierna-Jonson y sus colegas abre la puerta a una comprensión más profunda de la cultura vikinga. Si bien su investigación no aborda específicamente cómo esta mujer biológica podría haberse presentado dentro de la comunidad o cómo la comunidad pudo haberla percibido, concluyen que "las preguntas sobre el sexo biológico, el género y los roles sociales son intrincadas, tal como lo eran en el Era vikinga."